Ralentización del mercado del vino

16/10/2023. ABR. Kommunikation: promocio@doplaillevant.com

Este año el mercado del vino este año va de forma más lenta que lo habitual. Las bodegas estaban acostumbradas a que a principios del verano todo el vino blanco y el vino rosado estaba completamente vendidos. Este año es distinto. Se trata de una situación nueva y especial qa la que merece prestar atención no sea algo que se vuelva en un hecho crónico y que empiece a haber excedentes de vino, lo que sería inédito en Baleares. Hemos hablado con bodegas, campesinos, restauradores y distribuidores de vino para conocer su punto de vista sobre esta bajada de consumo. La constatación de la bajada es general y cada uno de estos grupos coincide casi exactamente en la diagnosis de cuáles son las causas, algunas más recientes: encarecimiento del coste de vida, cambio climático y aumento del número de bodegas. Y otras ya más antiguas como la competencia que supone la importación del vino de fuera y otras bebidas.

La inflación no perdona

El factor más importante, en el que todos los consultados coinciden, es el aumento del coste de vida no compensado por los sueldos. Alimentos, energía o hipotecas empeoran en serio las posibilidades económicas de mucha gente. El vino, a pesar de que no haya aumentado sus precios en los últimos años, se ve afectado por las subidas generales de los otros alimentos. Además, al tratarse de un producto que no es de primera necesidad, a veces, es eliminado de la cesta de la compra. Los restauradores lo explican de forma muy gráfica. Si los clientes antes consumían vinos por botellas, ahora se decantan por el consumo por copas. Esta situación no se da no solo aquí, sino que otros países habituales importadores, como Alemania o Dinamarca, están inmersos en graves crisis económicas que afectan al consumo de nuestros vinos, lo que provoca una bajada de la exportación

El cambio climático, especialmente por el aumento de las temperaturas, es el siguiente factor que de forma general se considera responsable. Si los meses de mayo y junio pasado se pueden considerar normales respecto al consumo, cuando llegó la llena de verano hubo una merma importante. No justo de vino tinto, que se considera más adecuado para el invierno, sino de los blancos y rosados. Otras bebidas son las preferidas.

Las bodegas que son el punto de convergencia de toda esta problemática, se ven afectadas por todos estos factores y son las que deben tomar decisiones ante la amenaza de que por primera vez en Baleares nos encontramos con excedentes de vino, situación que es muy frecuente en la Península, pero desconocida aquí. Las bodegas apuntan como problema al aumento del número de bodegas abiertas en las islas. En pocos años se ha pasado de una decena de bodegas a que haya unos ciento veinte. Cada una de estas bodegas debe hacer lo posible para colocar sus vinos, por tanto, en el mercado son más a repartir. Como consecuencia existe un aumento constante del número de hectáreas dedicadas al viñedo. El otro factor, que viene de lejos en el tiempo, es la enorme competencia que supone la importación de vinos de fuera. La gran afluencia turística es un reclamo muy tentador.

Efectos en cadena

No debemos ser alarmistas, pero si se detecta un problema que afecta a todo el sector se deben tomar medidas. La bajada de las ventas de vino, por los factores comentados, y quizás por otros de menor incidencia es un proceso en cadena que afecta a todo el sector. Si disminuye la demanda por parte del público afecta a las bodegas, distribuidores y restaurantes que disminuyen sus ventas. Al bajar la demanda las bodegas deben acortar su producción porque tienen el peligro de tener excedentes y no tener capacidad de almacenar el vino de la nueva añada que inexorablemente llegará. Al disminuir su producción los viticultores ven disminuido los pedidos de los elaboradores que habitualmente les compraban las uvas.

Después de una crisis provocada por el Covid, hubo un año y medio de bonanza, y ahora estamos en una cierta ralentización del mercado. Los puntos fuertes en los que debemos apoyarnos son la calidad, el territorio y la personalidad para conseguir el prestigio de los vinos, que se basa en el trabajo constante de decenas de años en busca de la excelencia. La calidad debe ser la primera regla. Para hacer frente a las crisis del mercado, se puede caer en la tentación de dejar de bajar los precios, pero no es la solución, porque llevaría inevitablemente a una pérdida de calidad. Y eso no nos lo podemos permitir en nuestra zona. En el mercado del vino no podemos competir en cantidad, pero sí en calidad.

Otro punto fuerte debe ser la personalidad de nuestro territorio, que está muy bien definida y basada en la tradición de siglos de trabajo y definida por el uso de variedades de uva autóctonas, lo que nos permite ofrecer un producto diferente sin comprometer el uso de variedades de uva internacionales que pueden complementar nuestros vinos. Otro punto en el que debemos basarnos es el respeto al medio ambiente con prácticas adecuadas: tradicionales, ecológicas, biodinámicas o de regeneración que mejoren la relación entre el vino y el medio ambiente. Es muy importante introducir las tecnologías necesarias para reducir el consumo de energía y agua y conseguir construcciones más sostenibles.

Qué hacer

Debe existir un diálogo constante con los consumidores a través de ferias, catas, cursos y presentaciones. Es decir, una labor de divulgación constante para que la gente conozca las características del vino y, sobre todo, los múltiples trabajos que conlleva la producción de una botella de vino, en los que intervienen sectores económicos muy diversos: desde los agricultores a los publicistas, pasando por los productores de pesticidas o los impresores.

Es necesario diversificar el mercado. Actualmente, los mayores consumidores de vino en las islas son los turistas y los extranjeros residentes. No se dispone de cifras exactas sobre esta importancia, pero cabe señalar que el mercado nacional de vino disminuyó un 50% el año de la contención de Covid. En años normales, este porcentaje asciende al 85 %. Las exportaciones a países europeos y terceros países se mantienen en torno al 10 %. Por supuesto, es más cómodo vender el vino directamente en las bodegas que buscar mercados exteriores, pero existe el riesgo de que dependamos demasiado de un segmento de clientes que no podemos controlar, y en caso de circunstancias especiales podríamos vernos muy perjudicados.

Un aspecto muy importante es demostrar responsabilidad social para difundir la idea del consumo moderado de alcohol, para aprovechar al máximo las condiciones favorables del vino para mantener la salud. Es una bebida que contiene alcohol de forma natural, pero no en una proporción muy elevada, en absoluto comparable a los destilados. También contiene sustancias cuyos efectos sobre la salud humana son bien conocidos.Ralentización del mercado del vino