¿Cuál es el origen de las variedades de viña cultivadas actualmente en Mallorca?

22/05/2023. ABR. Comunicación: promocio@doplaillevant.com

Los vinos elaborados son el resultado de los viñedos que hay plantados en los que conviven diversidad de variedades. Pero podemos pedirnos cuáles son las causas que han hecho que los viñedos tengan estas composiciones. Básicamente podríamos decir que las cepas tienen tres orígenes diferentes: los que históricamente han estado presentes en la isla, las variedades conseguidas por los campesinos mallorquines en procesos de selección y las importadas en los últimos cuarenta años.

Para conocer qué variedades se cultivan, el mejor libro que podemos consultar es Variedades de viñedo de las Islas Baleares, publicado por la Conselleria d’Agricultura a través del IRFAP del que este año se publica la cuarta edición. El libro más documentado que tenemos, pero todavía queda por hacer una gran labor de investigación sobre los siglos anteriores. Una tarea por historiadores.

Está documentado que los primeros viñedos de Mallorca fueron introducidos durante la dominación romana a partir del año 123 antes de nuestra era. Si bien el consumo y comercio del vino era anterior por el testimonio de los barcos hundidos cerca de las costas mallorquinas en las que se han encontrado ánforas con restos de aceite y vino. En el siglo XIX destaca la obra del Archiduque, el Die Balearen, con una amplia relación de las variedades cultivadas en las islas. También de esa época se conservan informes de la administración y del Grupo de Ilustrados que recogen hasta 45 variedades diferentes. Variedades más abundantes  que se cultivaban a principios del siglo XX: callet, manto negro, batista, giró, garnacha, escursac y calop. Otras variedades permanecieron en los viñedos de forma bastante residual.

El segundo tipo de variedades son aquellas conseguidas por los agricultores mallorquines mediante procesos de selección. Desgraciadamente no conocemos cómo lo hicieron para formarlas. Seguramente, debido a que dentro de los viñedos se cultivaban diversidad de variedades y las facilidades que ofrecen las cepas para la reproducción es muy elevada, es posible que se hicieran cruces de manera natural y los campesinos las extendieran por esquejes, pero no lo sabemos. En una tesis doctoral García-Muñoz (2011) realizó el análisis de los genomas de las variedades minoritarias y pudo establecer las relaciones parentales. Se definen dos líneas de relación que dan lugar a variedades autóctonas. La variedad hebén está en el inicio de esperó de gall, gorgollassa, mandó, vinater y macabeo. La otra línea  ha dado lugar al callet negrella y de éste con hibridaciones han surgido el callet, manto negro, batista y gafarró.

A principios de los años setenta se reguló, por primera vez, las variedades de viñedo que podían ser cultivadas. Justo se autorizaron las más abundantes, callet, manto negro, fogoneu y monastrell y todas las demás pasaron a no estar autorizadas. Afortunadamente los trabajos de la Consejería de Agricultura está consiguiendo nuevas autorizaciones.

Por último, las variedades internacionales. Hace unos cuarenta años se produjo un gran cambio en el mundo del vino coincidiendo con el desarrollo turístico de la isla y la entrada en la Unión Europea. El desarrollo intenso del turismo supuso un cambio social importante, en poco tiempo se pasó de las producciones familiares de vino a bodegas profesionales. Y por la entrada en Europa fue preciso adaptarse a su legislación. Por ésta convivieron durante unos años las ayudas de la UE al arranque de viñedos con las plantaciones de los nuevos viticultores que iniciaban una manera ambiciosa de hacer vino, la producción familiar y de calidad.

Los nuevos bodegueros tuvieron que tomar decisiones. En un primer momento pensaban que las variedades autóctonas: callet, manto negro o fogoneu, no tenían calidad suficiente para elaborar unos vinos que fueran competentes en el mercado y decidieron importar y empezar a experimentar con las variedades internacionales de prestigio consolidado: cabernet sauvignon, merlot, pinot noir, riesling y chardonnay, en un primer momento y, después syrah y viognier. De esta forma quedó conformada la viticultura mallorquina. Si miramos la composición de los viñedos adscritos al Pla i Llevant tenemos de variedades blancas: premsal 32%, chardonnay 28%, giró ros 19%, moscatell 7%, viognier 7%, macabeu 5%, riesling 1%. Y de las variedades negras: merlot 27%, cabernet sauvignon 25%, callet 17%, syrah 14%, manto negro 8% y tempranillo 7%. Podemos observar cómo aquellas decisiones tomadas hace cuarenta años sobre la introducción de los varietales internacionales predominan todavía hoy en día.